Amanecía nublado en nuestro hotel de Quimper, pero el día prometía mucho. Ese día, después de conocer Quimper, nos trasladaríamos a la costa norte de Bretaña para pasar la noche en Dinan. En medio nos acercamos a uno de los rincones marcados con rojo en nuestra ruta: Cancale.
Este diario del día 4 pertenece a nuestro diario de viaje por Bretaña y Normandía. El índice del viaje lo encontrarás aquí.
Si deseas ver el diario del día anterior, es este: DÍA 3. Ruta por el sur de la Bretaña: Carnac, Pont Aven, Concarneau y Locronan.
QUIMPER
Eran la 9 de la mañana cuando salíamos del hotel, que se encontraba en las afueras de Quimper. Después de desayunar y parar en un supermercado para comprar bebidas y comida, buscamos aparcamiento en el centro de la ciudad. Tuvimos suerte, ya que encontramos sitio a orillas del canal del río Odet, muy cerca de la Catedral de Saint-Corentin.
Quimper es una de las ciudades más importantes de Bretaña, y la actual capital del departamento de Finistère. Esta atravesada por dos ríos, el Odet y el Steir . Y justo de ahí viene el nombre de Quimper, que en bretón es Kemper (=»confluencia»).
Nada más aparcar, pudimos ver uno de los iconos de la ciudad: el canal del río Odet. El canal está atravesado por multitud de puentes repletos de jardineras con flores. Una postal magnífica y espectacular. ¡Cómo saben cuidar los detalles estos franceses!
Lo primero que hicimos fue localizar la Oficina de Turismo, ya que llevábamos realmente muy poca información de esta ciudad. La localizamos muy fácil, estaba del otro lado del canal. Otra vez más, en la oficina de turismo tienen a alguien que habla español, así que fue sencillo explicarles que estaríamos en la ciudad un par de horas y queríamos simplemente un recorrido adecuado a ese tiempo.
En el mapa que nos ofrecieron, había una ruta marcada que nos llevaría por los principales rincones de interés de Quimper. Era precisamente una ruta que acaba en la propia catedral y no llevaba ni dos horas hacerla.
Ruta turística por Quimper
Empezamos la ruta marcada a la vez que el sol ya asomaba tímidamente entre las nubes. Ese contraste de sol y nubes aún le daba más encanto al casco histórico. Nuestra primera visita fue al mercado tradicional, que encontramos por casualidad.
Hasta ahora Quimper nos había parecido muy tranquila, pero la vida en el mercado era vibrante y bulliciosa. Nos encantó visitarlo y descubrir productos 100% tradicionales de Bretaña.
En los mercados encuentras lo mejor de un destino, y además puedes ver un poco la vida y ritmo del lugar.
No era muy diferente a los mercados gallegos, ya que el tipo de puestos de comida era muy similar: pescaderías, queserías, panaderías,.. Lo que si cambiaban los productos y la gran cantidad de elaboraciones espectaculares que hacen los franceses con sus productos. Un lujo.
Se nos hacía la boca agua con los deliciosos productos franceses, pero teníamos que seguir la ruta. Pronto empezamos a ver las casas tradicionales bretonas con fachadas de entramados de madera.
Paseamos un poco por el centro histórico y nos dirigimos hacía una calle-mirador que nos habían marcado en el mapa en la ofician de turismo. Se situaba en un alto, después de una pequeñita cuesta arriba. Desde ese punto, se podía sacar una foto de las torres de la catedral.
Después de sacar algunas fotos, bajamos ya a la plaza que hay junto a la catedral. Como muchos lugares, la vida cotidiana gira alrededor de la plaza. Terrazas, gente paseando, niños jugando, turistas sacando fotos y hasta un músico con un instrumento que no supimos identificar. Primero por curiosidad, y luego porque sonaba bastante bien lo que tocaba el músico. El caso es que estuvimos un buen rato oyendo al músico antes de entrar en la catedral.
No somos muy religiosos, por no decir nada. Pero las catedrales tienen algo que nos enganchan. Y si están llenos de vidrieras como ésta, aún más.
En el interior de la Catedral había una especie de mercadillo atendido por media docena de monjas.
Otra cosa que nos sorprendió mucho es la gran cantidad de gente pintando que hay en las calles de los pueblos bretones. Ya lo habíamos visto en Pont Aven y Concarneau, pero aquí había mucha más gente, docenas. Hasta vimos un gran numero de asiáticos (con guía) en varios grupos pintando por las calles de Quimper.
Camino a la Cancale. en la costa norte de la Bretaña.
La visita a Quimper había tocado a su fin. Si bien nos gustaron más los pequeños pueblos bretones, Quimper es digna de visitar y dedicarle unas horas de tu ruta.
Ya eran cerca de las doce de la mañana, y quedaban más de dos horas y media de coche hasta la pequeña población costera de Cancale. Como siempre, la carretera estaba perfecta y los paisajes espectaculares, así que el viaje se hizo muy ameno y con algunas paradas para admirar algunos paisajes, bosques y campos de cultivo de esos que piensan que sólo existen en Instagram.
De camino pasamos junto a Dinan, donde dormiriamos esa noche, pero no paramos pues la idea era comer directamente en Cancale.
Comiendo ostras en Cancale con vistas del Mont Saint Michel.
Cancale es un pequeño pueblo costero famoso por las ostras. Verás en muchas guías que dicen que son las mejores ostras del mundo. No podemos asegurarlo, pero si decir que están deliciosas.
En Cancale es tradición turística comprarlas en el propio paseo marítimo y comerlas allí en el puerto, con vistas a los campos de ostras y a la bahía del Monte Saint Michel.
Justo antes de llegar al pueblo vimos un pequeño mirador desde el cual se veía perfectamente Cancale y la bahía. Tocaba sacarse unas fotos allí y disfrutar de las vistas. Lo primero que nos sorprendío es que la marea estaba bajísima, en algunos puntos eran kilómetros de arena mojada sin agua. Tenían razón las guías de turismo, aquí las mareas son brutales. Y si eso le añadimos a que estábamos en los días de las mareas más vivas del año… lo cual nos iba a permitir disfrutar de una experiencia increíble en el Mont Saint Michel, pero esto os lo contamos en el siguiente artículo de la guía ;).
Lo segundo, y lo que más me emocionó. Allá al fondo, entre la bruma, divisamos una silueta inconfundible. El Mont Saint Michel. Ni nos esperábamos verlo ese día. Durante toda el tiempo que estuvimos en Cancale, me giraba a ver esa silueta, a la que tantas ganas teníamos.
El pueblo de Cancale puede diferenciarse en dos zonas, el pueblo en sí, en la zona superior. Y el puerto, abajo, que es lo que realmente visitan los turistas.
La zona del puerto no es más que un par de calles que discurren a lo largo de la costa hasta llegar al puerto ostrero. La calle principal es justo la que discurre por la orilla, repleto de restaurantes y tiendas de souvenirs.
Aparcar es Cancale puede ser difícil y caro, ya que todos los parkings del pueblo son de pago. Pero hay un pequeño parking gratuito en un bosque a la entrada del pueblo (la zona del puerto), donde podrás dejar el coche a la sombra (cosa que no sucede en el pueblo).
Dejamos el coche y bajamos andando dispuestos a comer unas ostras en el muelle, y justo al llegar a la calle principal, vimos una pequeña tienda-pescadería especializada en ostras, llamada «Les Viviers de la Houle». Lo más famoso aquí es comprarlo en los puestos que hay en el muelle, pero creíamos que era más «seguro» comprarlas en un negocio con refrigeración y condiciones óptimas. Y es que como las ostras se comen crudas, y pueden «ser complicadas», decidimos cogerlas ahí.
Teníamos cierto miedo que nos sentasen mal y que nos arruinasen el día y los días posteriores. Aún así decidimos correr el riesgo. ¡Ya que estábamos!. Y es que las ostras pueden sentarte mal aunque estén en perfecto estado. Compramos una docena de ostras de un tamaño muy decente (las hay de diferentes precios y tamaños) y nos dirigimos a uno de los muelles de Cancale (no el más turístico, otro que había a medio camino).
Montamos en ese muelle nuestro particular picnic, una docena de ostras y un poco de pan con embutido y quesos franceses serían nuestra deliciosa comida.
Después de comer nos dirigimos hacía el muelle principal, donde se encuentran los puestos de ostras y desde el que se ven los campos ostreros de Cancale. Allí vimos la frenética actividad de los ostreros con el Mont Saint Michel de fondo, muy a lo lejos.
En el paseo marítimo también hay muchos restaurantes donde probar las ostras, aunque los precios se disparan un poco bastante. En medio de los restaurantes había algunas tiendas de souvenirs y productos gourmet. Como íbamos ya hacia el coche, aprovechamos a comprar algunos productos tradicionales, como la sidra bretona y la famosa cola local, la Breith Cola.
Dinan
Al salir de Cancale nos dirigimos hacía Dinan, que era donde teníamos reservado el hotel para esa noche. Aprovechamos para ir hasta el hotel, dejar las cosas y descansar un ratito antes de ir a pasear por Dinan. El hotel era un pequeño BB tipo familiar en las afueras de Dinan, nada espectacular pero si muy adecuado para descansar y seguir en ruta.
Dinan realmente se divide en dos zonas, la superior con el casco histórico y monumental y la zona del puerto junto al río Rance , quizás la más fotografiada y famosa de Dinan. Ambas zonas se conectan por la calle de Jerzual, una preciosa calle medieval de suelo empedrado y repleto de casas de piedra cada cual más bella. Algunas de estas casas son pequeños talleres artesanos y galerías de arte. Posiblemente sea una de las calles más bellas que hayamos visto en Bretaña.
La zona superior de Dinan cuenta con un pequeño y acogedor casco histórico salpicado de callejuelas con las típicas casas medievales de entramados de madera y algunas iglesias como la basílica de Saint-Sauveur. Rodeando este casco histórico existía una muralla medieval de piedra, de la que quedan restos en pie en algunas zonas, así como algunas puertas.
Después de callejear un poco tomamos dirección al puerto por la espectacular calle del Jerzual, admirando a cada paso lo que no íbamos encontrando; puertas medievales, pequeño comercios con mucho encanto, talleres artesanos con vidrieros y doradores de madera, estudios de pintura…
La zona de puerto es de visita y paseo obligado, con sus pequeñas casas medievales y restaurantes con mucho encanto. Después de un pequeño paseo por las orillas del río, decidimos subir para cenar, que ya iban siendo horas.
Para subir elegimos otro camino, no tan bonito como por la calle que bajamos. Se trata de unas escaleras que conecta el puerto con el viaducto de Dinan, un puente más moderno desde donde se pueden sacar las fotos más bonitas de la zona del puerto. Además, en este camino podrás ver parte de las murallas medievales.
Ya en la parte de arriba del casco histórico, nos dimos un paseo para disfrutar de esta parte de la ciudad, ya casi sin turistas y en pleno anochecer.
Tocaba cenar e irse a dormir, el día había sido muy largo. Mañana tocaba conocer Saint Malo y ya dar el salto hacía Normandía, durmiendo con vistas al Mont Saint Michel.
Este diario del día 4 pertenece a nuestro diario de viaje por Bretaña y Normandía. El índice del viaje lo encontrarás aquí.
¡Hola!
He descubierto por casualidad esta web, y he empezado a leer todo lo de la Bretaña con mucho interés, pero está tan bien detallado que he decidido leerlo por encima y quedarme con lo importante. ¿Por qué? Pues porque está tan bien que me da miedo que no nos sorprenda nada cuando vayamos nosotros dentro de tres semanas… Las fotos las miro rápidamente, como cuando un niño que sabe que hay algo que no debe ver…
Muchas gracias por la información tan exhaustiva.
Quería preguntaros si es fallo mío, pero no encuentro el link de viajar en coche por Francia. ¿Dónde está? … si está.
Y preguntaros los hoteles a los que fuisteis. En alguna entrada no lo habéis comentado. Si os acordais!
Muchas gracias de nuevo,
Victoria
Pd: lo que no os he contado es que todos esos sitios los recorrí con mis padres hace 30 años… yo tenía 10. Así que volver ahora me hace una ilusión que no os podéis ni imaginar…
Hola Victoria,
Disculpas por no haberte respondido antes. Comentarte que aún (sorry) no acabamos de relatar la ruta, así que faltan articulos como el que mencionas. Por otro lado, en los artículos que hemos publicado si deberían aparecer los alojamientos que utilizamos, pero lo revisamos por si acaso.